Después de varios meses de haberme alejado de manera forzosa debido a una complicación que tuve en mi salud a raíz de mi enfermedad de los riñones (insuficiencia renal crónica) a principios de este 2018 me encuentro de regreso en este pequeño espacio de reflexión para intentar ordenar y plasmar mis pensamientos, y sobre todo, fortalecer la esperanza que tengo en Cristo Jesús mi Señor y Salvador de ir mejorando mi salud.
Comienzo proponiéndote la idea (muchas veces enfatizada por los pastores de la iglesia cristiana
Semilla de Mostaza en que me congrego en esta ruidosa ciudad de México) de que la vida cristiana no es exactamente fácil ya que es una realidad que (no esperamos que nos pegue creyendo estar a "salvo" y que cuando llega no sólo nos pega sino que la "negamos" y renegamos de ella también) tendremos que enfrentar en algún momento de nuestras vidas una tribulación o prueba que puede llegar a ser tan dura que hasta nuestra vida misma puede estar en riesgo como ha sido y es mi caso.
Intentando ser lo más breve posible te comparto: hace un poco más de dos años en que comencé a estar enfermo, llegó el momento en que mi salud se deterioró al punto de que al ser internado con carácter de urgencia en el Instituto Mexicano del Seguro Social, los médicos comentaron a mi hermana que dada la situación de extrema gravedad en que me encontraba, le "advirtieron" que iba a ser muy difícil que yo saliera vivo de la cirugía de urgencia que tenían que practicarme para colocarme un catéter de hemodiálisis para comenzar a extraer de mi sangre la gran cantidad de toxinas acumuladas a causa de la incapacidad de mis riñones de filtrarlas y de eliminarlas vía la orina.
El momento culminante de mi nueva vida como cristiano, fue que a pesar de que los médicos me desahuciaron no una sino dos veces, por la bendita misericordia de Dios, salí con vida de dicha cirugía de urgencia (la primera de cinco) para que luego de un mes de internamiento en el hospital, salí dado de alta en Febrero de 2016 para pasar cinco meses encerrado en mi casa recuperándome lo que no fue precisamente fácil ya que dada la gravedad en que estuve, la consecuencia más notable, fue una pérdida exagerada de peso a causa de una anorexia severa y de la debilidad extrema en que estaba, comencé un largo y complejo proceso de recuperación.
Brevemente te platico que de acuerdo a la opinión de los médicos que me atendieron, mi enfermedad tuvo origen en la inflamación gradual de mi próstata la que llegó el momento en que evitó el funcionamiento normal de mi vejiga urinaria al cerrar totalmente mi uretra evitando así la salida normal de la orina.
Luego de que me practicaron la cirugía de próstata en Agosto de 2016, nunca pensé en encontrarme con que mi tribulación iba a continuar: unos días después de dicha cirugía, me fue informado que en el examen patológico del tejido prostático que me fue extraído, encontraron rastro de un adenoma carcinoso que es el término médico que define la presencia de cáncer de próstata.
Voy al punto importante en esta nueva -y difícil- aventura que vivo en mi vida como cristiano... ¿Como vivir con dos enfermedades complejas sin derrumbarme emocionalmente, sin rendirme y, SOBRE TODO, sin culpar a Dios de lo que me ha pasado cuando, en realidad, TODA la culpa del daño en mi organismo es mía?
El corolario de esta mi aventura es que, en primer lugar, se que Dios Todopoderoso ya me ha perdonado de dichos errores y ahora, tal y como
2 Corintios 5:17 y
Gálatas 2:20 lo plantean, vivo una vida nueva en Cristo en que todas las cosas son hechas nuevas a pesar de que el pronóstico que me dieron los médicos en el área de Oncología del Instituto Mexicano del Seguro Social, no es "bueno": "El pronóstico es malo para la vida, malo para la función, a mediano plazo".
Si bien al día de hoy, me siento físicamente muy bien dando cada día gracias a Dios por su bendita misercordia porque ya llevo 7 meses sin diálisis (el tratamiento para pacientes con insuficiencia renal) después de que me quitaron primero el catéter peritoneal y más recientemente el catéter de hemodiálisis, estando muy consciente de mi estado de salud, procuro vivir una vida nueva en paz sabiendo que tal y como
Romanos 5:3 lo señala también, decidí seguir aprendiendo a vivir cada nuevo día dando un paso a la vez con paciencia esperando a que Cristo Jesús en su voluntad siga teniéndome con vida hasta el día en que en su bendita misericordia lo decida.
En un siguiente comentario, como continuación a este tema, te propondré también algunos testimonios adicionales en los que creyentes que viven con dolor viven sus vidas descansando en el Señor a pesar de tribulaciones similares.
Descanso alabando y dando toda la Gloria y la Alabanza sólo a El...
Seguiremos platicando. Dios te bendiga hermano...
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Salmo 23 | Psalm 23
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